Carta Abierta

Hola amig@s.
Quería compartir con vosotr@s esta reflexión veraniega.
Encontrábame yo viajando por el norte de Italia, de turista total, sin mi bici, moviéndome con otros medios de transporte que dependían de las energías externas para funcionar. Añado que, los pedales no requieren más que el apretón de cada pierna, más si hay una cuesta. Descubro que en Venezia no hay coches, si barquitos, góndolas y vaporettos para desplazarse por los cientos de canales. Por esas calles estrechas veo alguna bici aparcada o serpenteando entre las grandes masas de turistas. ¡Qué bien, me dije, una ciudad sín coches!.
Con este afán de turista mío, viendo, curioseando, oliendo, tocando, probando… mis compañeras de viaje y yo comenzamos a desplazarnos por distintos lugares cercanos a la ciudad dicha hasta llegar a la maravillosa Toscana.
En la primera ciudad, pequeña, me llama la atención bajarme del tren y allí mismo docenas de bicis aparcadas. Buscamos el centro urbano y las bicis ya tenían vida, circulaban tranquilamente por calzadas y zonas peatonales. Sus usuari@s de todos los sexos y edades, con ropas elegantes, con ropas menos rebuscadas, con la cesta de frutas y verduras frescas, con algún ramo de flores. Me pareció un lugar maravilloso, casi soñado. Mientras comprábamos un poco de queso parmesano en un puesto del mercado, entablé conversación con una señora,medio en italiano medio en español, calculo que tenía unos 65 años. LLegó a decirme que ella aprendió a montar en bici desde que era una «bambina», una niña y que ya nunca se bajó de ella para realizar sus diferentes actividades en la calle. La escuché y miré el brillo de sus ojos cuando me lo decía. Me alegré de haber hablado con ella y nos despedimos con mucho cariño.
En ese y en otros lugares observé lo mismo, las bicis circulaban por sus carriles, calzadas y zonas peatonales. Iban despacio. No oí gritar a nadie: «¡Cuidado, una bici! (como muchas veces escucho en mi ciudad). No hacía falta, allí son un medio más de transporte, de los elementos urbanos, van con respeto y son respetadas.
Yo, me acordaba mucho de la mía, que la tenía guardadita en el trastero, la eché de menos por allí.
También se me pasó por la cabeza el siguiente pensamiento: «Cuando la inteligencia es bien utilizada.. cuánto ganamos todos.». Ahí queda ami@s.
Que paséis buenos ratos veraniegos en compañía o en soledad y si tenéis bici… con ella también, es una gran «compañera».
Besos y abrazos.

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