Tronchacadenas

Se llaman “tronchacadenas” aquellas ciclistas que en sus viajes son totalmente independientes en cuanto al mantenimiento de su bicicleta. El tronchacadenas, la herramienta, es un símbolo de independencia. A partir de este concepto han surgido otros términos, “tronchitas”, “tronchantes”, con los que se hace referencia a cualquier mujer que es capaz de desenvolverse perfectamente a lomos de su bicicleta, independientemente de cómo se maneje con la mecánica.
Esta es una anécdota de amigos, pero lo cierto es que la relación especial entre bicicleta y mujer se dio prácticamente desde que existe este vehículo tal y como lo conocemos, desde finales del siglo XIX. La aparición de la bicicleta supuso un revulsivo y un paso adelante para el movimiento feminista, tanto, que Susan Brownell Anthony, activista de los Derechos Civiles que recorría los Estados Unidos en tren y en bicicleta como oradora sobre los derechos de la mujer y el voto, afirmó: “Creo que el ciclismo ha hecho más por la emancipación de la mujer que ninguna otra cosa en el mundo. Le da una sensación de libertad e independencia. Yo me alegro cada vez que veo a una mujer en bici. La feminidad libre y sin ataduras”.
Y debía de ser así, porque seguramente por esta misma razón en algunos momentos estuvo prohibido para las mujeres andar en bici porque “se destruía la salud sexual de ellas al promover la masturbación” ¡Esto sí que era liberación, sexual! ¡Qué miedo!
Sin embargo, el tandem mujer-bicicleta era ya imparable. Se diseñan nuevas prendas para facilitar el pedaleo que libran a la mujer de la ropa eternamente femenina, lo que motivó el escándalo porque borraba la diferencia entre los sexos. En 1887 Thomas Stevens dio la vuelta al mundo en un velocípedo (modelo que tenía la rueda delantera tres veces más grande que la de atrás), una aventura memorable, sin duda. Pero tan solo siete años después, una mujer, Annie Cohen se convierte en la primera persona del sexo femenino en repetir la hazaña, esta vez en bicicleta y con motivo de una apuesta. Teniendo en cuenta la condición femenina en esa época nadie dudará en el mérito añadido que tenía esta mujer al emprender ese viaje.
Por todo esto y más que seguramente se podría añadir, invitamos a las mujeres “tronchacadenas”, a las “tronchantes”, a las que aspiran a serlo y a todos aquellos y aquellas que amamos los pedales, a que cada vez que subamos a una bicicleta pensemos en ella no solo como medio de transporte o para hacer deporte, sino como un instrumento de liberación y un ejercicio de libertad.

PARA LEER MAS:

http://haciaelsurenelatlantico.wordpress.com/2013/01/26/programa-01-bicicleta-y-mujer/

http://haciaelsurenelatlantico.wordpress.com/2013/02/04/bicicleta-y-mujer-ampliamos-los-contenidos/

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