¡QUIETOS, QUIETOS! ¡TRANQUILOS! ¡Que no cunda el pánico!
Vaya por delante que la construcción del carril bici ha sido una de las reivindicaciones “estrella” de BurgosConBici desde su nacimiento como asociación. Que hemos sido muy persistentes en que se hiciera y se hiciera bien. Que constantemente instamos al ayuntamiento a que lo continúe y se tome en serio su mantenimiento y correcta señalización. Que vigilamos cada pequeña obra, modificación o alteración. Que tenemos, literalmente, fotografiado cada metro y que en ocasiones presentamos un informe de daños al ayuntamiento para que repare desperfectos.
Que cada vez que tenemos oportunidad, bien sea por declaraciones en los medios, reuniones con responsables municipales, reclamaciones formales al ayuntamiento o en nuestras propias campañas de concienciación, exigimos la conexión de los tramos existentes. Todo ello con el fin de conseguir una red coherente y eficaz de carriles bici en la ciudad. Ya que, hoy por hoy, es incuestionable, sí, que el carril bici ha sido y sigue siendo el gran dinamizador de la explosión ciclista urbana en nuestra ciudad en los últimos años.
Dicho esto, el “Accidente de Barcelona” ha provocado una auténtica riada de noticias, comentarios y reflexiones. Tanto en los medios de comunicación como en foros y blogs. De entre todo ello, nos ha llamado la atención una idea que se ha repetido mucho estos días en relación con el accidente. Se trata de la falsa seguridad de los carriles-bici, y de la percepción errónea de ciertas autoridades de considerar el carril-bici como sinónimo de movilidad sostenible. Percepción errónea que se transmite sin matices a la población.
En BurgosConBici llevamos un tiempo manteniendo un debate tímido, pero sólido y sostenido, sobre la pertinencia de hacer del carril bici el alma mater de la movilidad urbana sostenible. Esta idea puede convertirse en la excusa para no avanzar en otras direcciones. Un buen carril bici es sólo un elemento más de la movilidad en bici en una ciudad. Por muy completo y bien diseñado que esté (aún no es el caso de Burgos) nunca satisfará las necesidades de una población que quiere moverse en bici. La concienciación, el fomento de la convivencia “ciclista-peatón”, la consideración de la bici como un medio de transporte especial, el calmado del tráfico, etc., serían algunas de las asignaturas aún pendientes.
Si el carril bici funciona como elemento disuasorio, es decir, como un medio para desplazar a las bicis fuera del asfalto y de las zonas de convivencia con peatones, no sólo no habremos hecho nada, sino que habremos dado un paso atrás en lo que a movilidad se refiere. No se trata de plantearse “las bicis están bien, a ver dónde las colocamos”, sino de concienciarse de que queremos que la ciudad sea de otra forma, más humana y sostenible. Y la bici es un elemento fundamental que contribuye a una movilidad no agresiva y prácticamente “¡puerta a puerta!”, más a escala humana. Pero para esto no ha de estar constreñida a los ridículos límites del carril bici, sino que han de buscarse fórmulas de convivencia.
Un ejemplo bien cercano de esta fe ciega en los carriles bici como solución única y definitiva a la movilidad urbana sostenible lo tenemos en la reciente remodelación del parque de la Isla. Espacio de conflictividad “cero” donde los haya. Y para muestra la cantidad de niños que aún siguen aprendiendo a montar, correteando y divirtiéndose con sus bicis en el gran paseo central. Esto no sólo no provoca ninguna perturbación, sino que es un elemento de vida y alegría en el parque. Pues nada, ahí, donde menos falta hace, se han marcado un carril bici de los mejores de la ciudad (asfaltado, bien delimitado, señalizado con precisión…), pero innecesario y sin sentido a más no poder. A parte del remozado del parque, se ha “deteriorado” un espacio en el que además de aprender a andar en bici, se daba testimonio de la posibilidad de la convivencia peatón-ciclista.
ENLACES:
http://ciudadciclista.org/764/ciclistas-por-el-respeto-carril-bici-no/
http://dealmansa.es/¡los-carriles-bici-no-son-la-solucion/