Experiencias y opiniones personales de miembros y simpatizantes de la asociación

BICIMOMENTOS

Una gran alegría, y síntoma indudable de que el futuro de la movilidad urbana viene de la mano de nuestra querida bici, es esta carta que nos ha mandado una socia de BCB:

Es habitual que vaya a trabajar en bici y también es habitual que las incidencias diarias ocurridas durante el trayecto sean poco reseñables y alguna que otra vez controvertidas, excepto ayer, que llegué a casa con la sensación de haber vivido un momento emocionante, una prueba palpable de que esta ciudad está cambiando en cuanto a movilidad se refiere.

Pedaleaba por la calle Segovia en dirección al semáforo y cuando llegué encontré a 2 ciclistas, mujeres, esperando a que se pusiera en verde, en un principio pensé en ponerme detrás de ellas,  pero fue tan emocionante ver a dos mujeres en bici por la calzada, sin coches, esperando a que el semáforo cambiara su color, que decidí ponerme a su altura y mirándolas a los ojos les dije: “Cómo está cambiando esta ciudad, da gusto veros” y su respuesta fue una sonrisa de complicidad que me recorrió el cuerpo de emoción. Se abrió el semáforo y una de las que venían detrás me dijo: “¿te has dado cuenta?, las 3 somos mujeres, somos las que cambiamos el mundo…” y seguí pedaleando hasta casa con la sensación de formar parte de ese cambio, de estar contribuyendo a que esta ciudad sea más humana y sostenible. Supongo que ellas estarían pensando lo mismo. La emoción se transformó en energía y el pedaleo me llevó a casa sin darme cuenta.

Emocionante, sencillo y transformador, así es el uso de la bici. Anímense.

Burgos, 14  Junio 2022

MSol Velasco Martínez

¡FELICES FIESTAS!

LOGO BCB NAVIDEÑO

Bicis y cambio climático

“Bicis y cambio climático”


Todos los días me desplazo por esta ciudad en bicicleta, un medio de transporte sano y sostenible, pero no es fácil. Sano porque hago ejercicio, tomo el aire y me facilita la socialización, que también es salud. Sostenible porque no consume combustible, por tanto, no emite gases nocivos a la atmósfera.

Actualmente hay más cuestionamientos sobre los cambios que está sufriendo el clima, de forma rápida, en nuestro querido planeta Tierra. Sobre todo, jóvenes europeos denuncian la situación y les preocupa su propio futuro, como es lícito. Pero no se hace casi nada. Se necesita una reflexión profunda, sincera y compartida para el cambio. Creo que el planeta está
en “alerta roja” y nosotros con él.

Cuando los conductores de vehículos me gritan que “vaya andando” en un paso de peatones o que “vamos por donde nos da la gana”. Nunca me da tiempo a invitarles a la siguiente reflexión: “tú eres el que tienes que ir andando y aparcar tu feroz vehículo” y… “no vamos por dónde nos da la gana, sino por dónde podemos y nos dejan” con el consiguiente peligro de un accidente. Creo que es hora de reflexionar, en serio, y hacer cambios, sobre todo personales.

Carmen Almaraz Esteban

Grupo de ciclistas de espaldas por la calle. Mujer en primer plano.
Carta al director en diario de Burgos. Mismo texto que el de esta entrada en nuestra página
Diario de Burgos. 4 de abril de 2019
Logo BCB con logo Fridays for future Burgos en rueda delantera

¿Las bicicletas para el verano?

En estos días estivales, festivos y ruidosos en la ciudad de Burgos, un lugar bonito y amable, me doy cuenta de que no tengo sitio. Salgo con mi bici, mi fiel compañera de gestiones, compras, trabajo, deportiva, encuentros amistosos… Y no sé por dónde rodar. La sensación es de estorbar en todas partes. Si voy por la calzada me pitan algunos conductores, por el carril bici toco el timbre a peatones despistados o “mal educados”, por las aceras anchas sorteo, como puedo, a los transeúntes.

Y con esta nueva normativa tajante, poco reflexionada y no negociada del alcalde, prohibiendo la circulación por el ancho y hermoso paseo del Espolón… (No incluyo a los ciclistas que van de forma descontrolada como si estuvieran solos). Estoy más perdida que nunca.

La ciudad, subida en mi sillín, me parece un caos de movilidad. Pretensiones y acuerdos que no llegan a un fin común y conciliador. Carriles incompletos, escasamente mal dibujados a veces, peatones, conductores del motor que no respetan, en ocasiones.

El verano es fantástico, pero yo, en mi ciudad, no sé ni por dónde ir. ¿Quién dijo que las bicicletas eran para el verano?

Carmen Almaraz

Benditas bicis

Las bicicletas son para todo el año, claro, pero… el verano es para las bicicletas, desde luego. Así se puede resumir la acertada evocación que hace Pedro Simón de aquellos maravillosos veranos de nuestra infancia, en los pueblos, en los que la bicicleta lo era todo.

Benditas Bicis
Pedro Simón

El Mundo, 23 de mayo de 2017

No era la piscina. Ni los primeros tomates del huerto del abuelo. Ni el final del colegio. Ni los campamentos con guitarras. Ni los pantalones cortos. Era la bici.

La marcha a París en ocho sentimientos

La Bicicleta en marcha hacia la cumbre del cambio climático:

Mi vivencia de la marcha en 8 sentimientos.

Por Diego Olalla Martín

Los viajes se viven antes durante y después. Vas viviendo y enlazando momentos no siempre agradables, pero en el conjunto de la experiencia todo es bueno.

Un día en un encuentro cicloturista comentaron que se estaba organizando una marcha a Paris, a la cumbre del cambio climático (COP 21),. Todavía faltaban muchos meses, pero en mi ya se despertó una inquietud, la idea me atraía, era algo en lo que creía ¡Que mejor forma de ir que en bicicleta para asistir a una cumbre contra el cambio climático!

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Mapa marcha a París en bici

 
 
 

Y pasaron los meses, llegó el día y me uní a la marcha organizada por AMA (Asociación Medio Ambiental contra el Cambio Climático). Una marcha apoyada desde el primer momento por Burgos Con Bici, mi asociación.

1260km nos esperaron por delante, parte del invierno y 17 días ciclando (14 etapas con 3 de descanso). Siendo una media de 33 personas, algunos lo dejaban, otros lo cogían. Ya entrando a Paris fuimos 44 personas.

Empecé en Burgos dirección Vitoria (descanso), San Sebastián (descanso), San juan de Luz, atravesamos la región de las Landas, Burdeos, Ruffec, Poitiers (descanso), Tours, Blois, cogimos la ruta EuroVelo 6 por el valle del Loira hasta Orleans para entrar ya en Paris y asistir unos días a la cumbre alternativa (el ZAC) y estar en las manifestaciones.

 
 
 

Ir en una marcha en bici es algo muy diferente a viajar en solitario. El grupo condiciona el ritmo, las etapas están programadas rodando con clima adverso (frio invernal, jornadas enteras de lluvia, niebla…). La convivencia de un conjunto numeroso, en no pocas ocasiones, es dificil (esto me sorprendía de la marcha, íbamos a exigir un acuerdo a los gobernantes y a nivel de grupo en muchas ocasiones no llegamos a entendernos).

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Durmiendo en un polideportivo

 

Antes de la marcha

DE MIEDO (todo está en la mente):

Lo primero que me vino a la cabeza es querer dar sentido a lo que iba a hacer ¿iba a aporta esto algo al problema del cambio climático? Me vino miedo, por tener un recorrido estricto a donde llegar a dormir, un tiempo meteorológico adverso, dudas sobre mi capacidad física…Y se confirmó la regla ¡El miedo está en la mente, es una preparación para que todo te salga mejor!

 

Durante la marcha

DE VOLUNTAD (Soy capaz de hacer más de lo que pienso): Una vez que empiezas a ciclar, ya los miedos se disuelven, lo vas sintiendo pedalada a pedalada. El momento es lo más preciado y la bici te transporta a él.

DE CONFIANZA (Tu cuerpo sabe más de ti que tu mente). Pasado el sexto día, noté que ya estaba adaptado a la bici, ya daba igual 70km que 120km al día. Entonces es cuando empecé a disfrutar porque sabía que el camino ya no podía pararme, que iba a llegar a Paris, a la Cumbre   

Biciclietada urbana

 

DE COMPAÑERISMO (Podemos dar lo mejor de nosotros mismos en las peores condiciones): Viajar en un grupo grande tiene sus ventajas aunque tiene muchos momentos de tensión. El cansancio, el mal tiempo pero sobre todo la diferente motivación y naturaleza de las personas, hace que en determinados momentos te pongan a prueba. Fue una experiencia fantástica. Toda una lección de humanidad.

DE ACOGIDA (hay buena gente en todos los lugares del planeta): Desde mi punto de vista, cuando se viaja cualquier sitio donde te den cobijo es bien recibido: el suelo de un hall, un polideportivo helado, albergues…y en ocasiones las casas de la gente. Gente que comparte contigo incluso sin saber el mismo idioma, sin palabras. Es el corazón de la gente lo que hace habitable este planeta.

Grupo de ciclistas

Ciclistas en carretera

 
 
 
 
 

NOMADISMO (Donde la libertad y la belleza se funden cada día en un lugar distinto). Quizás perdimos la forma de movernos de nuestro ancestros, ya no tenemos aquella incomodidad e inseguridad, pero en nuestro inconsciente todavía reina esa sensación de aventura y libertad. No somos seres sedentarios, necesitamos sentirnos libres.

Después de la marcha

DE RETORNO (Tenerlo todo sin salir de tu hogar) Un hogar donde regresar, una cama, comer caliente: primer y segundo plato. No hacer la maleta diariamente….Tener un lugar donde retornar es una gran suerte. Sentirse afortunado, descansar en una cama confortable, tener calor, tres comidas diarias calientes…es algo por lo que uno se siente agraciado.

 
 
 
 
 
 
 
 

La bicicleta te da la oportunidad de ir lo suficientemente deprisa para viajar y lo suficientemente despacio para vivir lo que acontece.

Llegar a una cumbre contra el cambio climático de la mejor forma imaginable, ¡en bicicleta!, te da la perspectiva de que hay otra realidad, de que otra forma de hacer las cosas es posible.

8 sentimientos para cambiar yo, no el planeta. Algo para aportar en este loco y bello planeta.

Escuchando, pedalada a pedalada el silencio de la bicicleta.

Bici junto a un árbol

Bicis por las nubes

Y cuando digo “bicis por las nubes”, no me refiero a su precio. Estoy hablando más de su longevidad, de las vidas de una bicicleta. Antes siempre errando por los caminos y ahora suspendida en el aire, girando sus ruedas a la velocidad del viento, pero estática.
El futuro es incierto, también para las bicis, compañeras y compañeros.

Bicis por las nubes

Esperemos que no acaben estampadas de forma surrealista contra un muro.

Contra el muro

No sé montar en bicicleta. Ya está. Ya lo he dicho.

Cuando tenía cinco años, mis padres me compraron una. Pero a la primera caída decidí que eso no era para mí. Mis padres eran intelectuales. No se les ocurrió mejor idea que respetar la decisión del niño en vez de obligarlo a aprender, como Dios manda.

A los veinte años, mi chica insistió en enseñarme. Como estaba enamorado, acepté. Mientras yo me caía y hacía el ridículo, su hermanita de seis años pasó a nuestro lado en su bici sin rueditas y me dijo, con una sonrisa de sorna:

–¿Tan grandazo y no sabes montar en bicicleta?

Me largué de ahí. Y rompí con esa chica.

Ante la incomprensión del mundo, suelo defenderme con un argumento de física elemental: es absolutamente imposible que las bicicletas se mantengan erguidas. Las cosas, si no tienen apoyos, se caen al suelo. Todo el mundo lo sabe. Un día, de repente, todos los ciclistas del mundo se darán cuenta y se partirán la cabeza.

Creo que, de tanto repetirlo, me lo he llegado a creer.

Pero ahora tengo un hijo. Y ese canalla insolidario y mezquino de cinco años ha aprendido a montar en bicicleta. Lleva meses diciéndome:

–Papi, ¿no te gustaría ir juntos en bicicleta?

O:

–Papi, qué pena que no sepas montar.

O la más humillante:

–Papi, si quieres, te enseño a montar.

Los niños te vuelven adulto. Te hacen notar y corregir todas las carencias de ti mismo que siempre te negaste a afrontar. Desde el nacimiento del mío, he sacado el carné de conducir, he hecho terapia, aprendido catalán, practicado ejercicio, luchado contra mi neurosis, mejorado mi relación con la tecnología y organizado mi contabilidad. Pero comprendo que ha llegado la hora de dar el último paso hacia una adultez plena.

Durante una semana busco en Internet instrucciones para montar en bicicleta. Cómo poner la cadera. Qué precauciones tomar. No hay nada. Es una ciencia sin teoría. ¿Cómo rayos ha aprendido todo el mundo?

Al final recluto como profesor particular a mi amigo más deportista. El pobre cree que va a ser fácil.

–Diez minutos –me dice–. O diez segundos. Montar en bici es lo más sencillo del mundo.

–Hermano –le respondo tristemente–, no sabes con quién estás hablando.

Escogemos una calle peatonal y vamos de noche, a la hora en que no circulan niñas tocapelotas como la hermanita de mi ex. Y me subo en la bicicleta.

–¡Ahora pedalea!

Al primer esfuerzo me caigo. Y al segundo. Y al decimocuarto. Mi amigo me empuja en la bicicleta como a un niño. Y tampoco funciona. Mi amigo teme que yo tenga una enfermedad neuronal. Puedo leerlo en su rostro.

Los transeúntes creen que voy borracho o drogado, cosas más normales que no saber montar en bicicleta. Yo me sigo cayendo. Estoy bañado en sudor y ni siquiera he avanzado un metro. Estoy a punto de dejarlo e irme a mi casa a llorar.

Hasta que, al fin, entiendo la única lección que hay que aprender, la que no está en Internet: sigue pedaleando.

Cuando te vas a ir de cara contra el suelo, no te detengas: acelera. Es difícil que tu cuerpo acepte esa regla porque atenta contra todo instinto de autoconservación, igual que la bicicleta atenta contra la regla física de que debería caerse.

¿Por qué me cuesta más aprender a mí que a un niño de cinco años? Porque tengo más miedos: si tuviese cinco años, mi único miedo sería que me manden a dormir sin postre. Hacerse adulto es irse cargando de temores: plazos de entrega, números de cuenta en rojo, enfermedades y cosas que pueden salir mal.

Cuando comprendo eso –y que la bici tiene freno de mano– comienzo a pedalear de verdad. De repente, el viento corre a mi alrededor. La bicicleta avanza. ¡Estoy derrotando las leyes de la física, toda mi historia personal, a todas las hermanitas repelentes del mundo!

Y entonces me estrello de cara contra un poste.


Esta historia la publicó Santiago Roncagliolo el día 20 de octubre de 2013 en el diario El País.

En el siguiente enlace podéis acceder al contenido original.

http://elpais.com/elpais/2013/10/18/eps/1382108391_935247.html

Carta Abierta

Hola amig@s.
Quería compartir con vosotr@s esta reflexión veraniega.
Encontrábame yo viajando por el norte de Italia, de turista total, sin mi bici, moviéndome con otros medios de transporte que dependían de las energías externas para funcionar. Añado que, los pedales no requieren más que el apretón de cada pierna, más si hay una cuesta. Descubro que en Venezia no hay coches, si barquitos, góndolas y vaporettos para desplazarse por los cientos de canales. Por esas calles estrechas veo alguna bici aparcada o serpenteando entre las grandes masas de turistas. ¡Qué bien, me dije, una ciudad sín coches!.
Con este afán de turista mío, viendo, curioseando, oliendo, tocando, probando… mis compañeras de viaje y yo comenzamos a desplazarnos por distintos lugares cercanos a la ciudad dicha hasta llegar a la maravillosa Toscana.
En la primera ciudad, pequeña, me llama la atención bajarme del tren y allí mismo docenas de bicis aparcadas. Buscamos el centro urbano y las bicis ya tenían vida, circulaban tranquilamente por calzadas y zonas peatonales. Sus usuari@s de todos los sexos y edades, con ropas elegantes, con ropas menos rebuscadas, con la cesta de frutas y verduras frescas, con algún ramo de flores. Me pareció un lugar maravilloso, casi soñado. Mientras comprábamos un poco de queso parmesano en un puesto del mercado, entablé conversación con una señora,medio en italiano medio en español, calculo que tenía unos 65 años. LLegó a decirme que ella aprendió a montar en bici desde que era una «bambina», una niña y que ya nunca se bajó de ella para realizar sus diferentes actividades en la calle. La escuché y miré el brillo de sus ojos cuando me lo decía. Me alegré de haber hablado con ella y nos despedimos con mucho cariño.
En ese y en otros lugares observé lo mismo, las bicis circulaban por sus carriles, calzadas y zonas peatonales. Iban despacio. No oí gritar a nadie: «¡Cuidado, una bici! (como muchas veces escucho en mi ciudad). No hacía falta, allí son un medio más de transporte, de los elementos urbanos, van con respeto y son respetadas.
Yo, me acordaba mucho de la mía, que la tenía guardadita en el trastero, la eché de menos por allí.
También se me pasó por la cabeza el siguiente pensamiento: «Cuando la inteligencia es bien utilizada.. cuánto ganamos todos.». Ahí queda ami@s.
Que paséis buenos ratos veraniegos en compañía o en soledad y si tenéis bici… con ella también, es una gran «compañera».
Besos y abrazos.

Tronchacadenas

Se llaman “tronchacadenas” aquellas ciclistas que en sus viajes son totalmente independientes en cuanto al mantenimiento de su bicicleta. El tronchacadenas, la herramienta, es un símbolo de independencia. A partir de este concepto han surgido otros términos, “tronchitas”, “tronchantes”, con los que se hace referencia a cualquier mujer que es capaz de desenvolverse perfectamente a lomos de su bicicleta, independientemente de cómo se maneje con la mecánica.
Esta es una anécdota de amigos, pero lo cierto es que la relación especial entre bicicleta y mujer se dio prácticamente desde que existe este vehículo tal y como lo conocemos, desde finales del siglo XIX. La aparición de la bicicleta supuso un revulsivo y un paso adelante para el movimiento feminista, tanto, que Susan Brownell Anthony, activista de los Derechos Civiles que recorría los Estados Unidos en tren y en bicicleta como oradora sobre los derechos de la mujer y el voto, afirmó: “Creo que el ciclismo ha hecho más por la emancipación de la mujer que ninguna otra cosa en el mundo. Le da una sensación de libertad e independencia. Yo me alegro cada vez que veo a una mujer en bici. La feminidad libre y sin ataduras”.
Y debía de ser así, porque seguramente por esta misma razón en algunos momentos estuvo prohibido para las mujeres andar en bici porque “se destruía la salud sexual de ellas al promover la masturbación” ¡Esto sí que era liberación, sexual! ¡Qué miedo!
Sin embargo, el tandem mujer-bicicleta era ya imparable. Se diseñan nuevas prendas para facilitar el pedaleo que libran a la mujer de la ropa eternamente femenina, lo que motivó el escándalo porque borraba la diferencia entre los sexos. En 1887 Thomas Stevens dio la vuelta al mundo en un velocípedo (modelo que tenía la rueda delantera tres veces más grande que la de atrás), una aventura memorable, sin duda. Pero tan solo siete años después, una mujer, Annie Cohen se convierte en la primera persona del sexo femenino en repetir la hazaña, esta vez en bicicleta y con motivo de una apuesta. Teniendo en cuenta la condición femenina en esa época nadie dudará en el mérito añadido que tenía esta mujer al emprender ese viaje.
Por todo esto y más que seguramente se podría añadir, invitamos a las mujeres “tronchacadenas”, a las “tronchantes”, a las que aspiran a serlo y a todos aquellos y aquellas que amamos los pedales, a que cada vez que subamos a una bicicleta pensemos en ella no solo como medio de transporte o para hacer deporte, sino como un instrumento de liberación y un ejercicio de libertad.

PARA LEER MAS:

http://haciaelsurenelatlantico.wordpress.com/2013/01/26/programa-01-bicicleta-y-mujer/

http://haciaelsurenelatlantico.wordpress.com/2013/02/04/bicicleta-y-mujer-ampliamos-los-contenidos/