Bicis en el Espolón
En pleno proceso de elaboración de la ordenanza de movilidad, el alcalde de Burgos se descuelga con una medida efectista, unilateral, personal, muy particular y localizada, aprobada por decreto y totalmente al margen de las sinergias que su propio equipo está intentando conseguir con el proceso participativo abierto para diseñar una normativa de movilidad para la ciudad de Burgos. Ha decidido prohibir la circulación de bicicletas por las partes central y baja del paseo del Espolón.
Espolón sí, Espolón no. Y dale molino. Parece que no hay más problemas en la ciudad. Con arreglar esto vale. Lo de la ordenanza, en fin…. como que va por otro lado. En esta ciudad se lleva mucho gobernar “a golpe de Espolón”. Los problemas de movilidad del resto de la ciudad pueden esperar o incluso quedarse eternamente en un limbo normativo. Eso no importa. Desde luego este “chupinazo” del alcalde es una medida simbólica donde las haya. Y supone poner una pica en Flandes en pleno desarrollo de la ordenanza de movilidad. Como que se quiere marcar tendencia, inclinar la balanza hacia el “más de lo mismo”, hacia una concepción de la movilidad anclada en el pasado y seguir abundando en el asunto como un problema de enfrentamiento entre peatones y ciclistas. Es como un mensaje a los redactores de la ordenanza: “cuidado con las bicis”.
En Burgos Con Bici entendemos que el debate es más estructural y profundo. Las medidas que se tomen no pueden ser aisladas, como hasta ahora. Sino que deben obedecer a un plan que resuelva de forma global los problemas de movilidad. Este es el propósito del proceso participativo sin precedentes, abierto por al Ayuntamiento para redactar la ordenanza de movilidad, y en el que participan numerosos técnicos y representantes de otros tantos partidos políticos y colectivos de la ciudad. Este tipo de medidas de impacto, populistas y aisladas, no hacen sino “poner palos en las ruedas” de tan encomiable esfuerzo.
Moverse en bici redunda en beneficio de una movilidad más sostenible, blanda y amable. Nadie pone en duda que la movilidad ciclista es beneficiosa para la ciudad. Y por eso debe garantizarse su circulación, en la medida de lo posible, como un flujo en el que haya seguridad y soluciones de continuidad. La eficiencia de los trayectos en bici disminuye con la desconexión entre zonas por las que se puede circular. Esa desconexión es total en Burgos, exceptuando la línea que sigue el río. Como ejemplo sirva el calvario de las personas que van en bici al HUBU desde, por ejemplo, la zona sur de la ciudad. Si las infraestructuras ciclistas no salvaguardan la seguridad y la continuidad estaremos relegando la circulación en bici a algo anecdótico.
Ni nuestra asociación ni la coordinadora nacional a la que pertenecemos (ConBici) ha reclamado la circulación de bicis por las aceras. Además, la normativa de la DGT es clara al respecto. Pero las calles peatonales no son aceras. La peatonalización de gran parte del casco histórico supuso un gran avance para la ciudad, pero si en estas calles se prohíbe el tránsito de bicis se creará una gran isla en el medio de la ciudad que parte en dos la mayoría de los trayectos, disuadiendo del uso de la bici. Curiosamente, la moderna concepción del urbanismo aprovecha el incremento del uso de la bici para aumentar las zonas peatonales, entendiendo que este medio de transporte blando no es incompatible con la peatonalización y que así se sigue garantizando un medio de transporte alternativo, “puerta a puerta” y muy eficiente. Y crece también el número de asociaciones de comerciantes que son partidarias de este modelo.
Nuestra postura, pues, es que el centro histórico peatonalizado debe ser permeable a las bicis. Por qué calles se permita su circulación, en qué momentos y en qué condiciones es algo que está por regular. El equipo de redacción de la ordenanza está en ello. Proponemos que esta zona se considere de tráfico restringido y que en ella se permita la coexistencia peatón-ciclista. Que algunas calles deben ser exclusivamente peatonales, sí, pero siempre garantizando que la red ciclista de la ciudad no se vea truncada y pierda su eficiencia. Entre estas calles exclusivamente peatonales quizá deba estar la parte baja del Espolón. Puede ser. Pero eso debería decidirse atendiendo a cuestiones técnicas, buscando la mejor solución para la movilidad en la ciudad.
Nota 1
Por otra parte, resulta muy curioso ver la acrítica aceptación de los VMP (Vehículos de Movilidad Personal). Para entendernos, los patinetes con motor y similares. Algunos son solo una pequeña plataforma con ruedas. Pero la mayoría son poco menos invasivos que las bicis, circulan a mucha más velocidad y, desde luego, no son tan respetuosos con el medio ambiente, pues funcionan con energía eléctrica. No seremos nosotros quienes emprendamos la batalla contra estos dispositivos, pues creemos que suponen una evolución muy positiva si eliminan coches de la ecuación del tráfico. Pero sorprende la suavidad y el alarde de comprensión con que se está aceptando su integración en el parque móvil de la ciudad. Para ellos se dan por buenos los argumentos que siempre se han negado a las bicis (medio de transporte, eficiencia, “puerta a puerta” etc.) y, a juzgar por la fuente del periodista que escribe la noticia de abajo, se están buscando soluciones (trayectos seguros, soluciones de continuidad) que los ciclistas urbanos venimos pidiendo desde hace tiempo.
Nota 2
Ya en 2012 tuvimos una primera edición de esta polémica, casi en los mismos términos (ver dos imágenes de abajo).
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